Tu hijo tendrá los ojos azules.
Discutir sobre el color de los ojos de un bebé es muy habitual entre las familias de los recién nacidos. Que si son violetas. Que si son grises. Que si al principio eran verdosos pero ahora se han vuelto azules. Las conjeturas y las predicciones se prolongan durante semanas hasta que los ojos del bebé adquieren su color definitivo.
La realidad es que casi todos los recién nacidos nacen con los ojos de un color clarito bastante indefinido, entre el gris y el azul.
La parte del ojo que tiene color es el iris, una membrana con una apertura central, la pupila. En el iris se acumula melanina, que es el pigmento que lo colorea, el mismo que da color a la piel y el pelo. En el recién nacido, las células productoras de melanina, los melanocitos, son todavía inmaduros, y producen melanina en escasa cantidad. Según pasan los meses, esta producción de melanina aumenta y así se oscurece la piel, el pelo y también los ojos.
Tras el nacimiento hasta aproximadamente el sexto mes de vida, las células que producen melanina continúan instalándose en el iris y se va acumulando el pigmento. Por eso, hasta el medio año no se puede apreciar el color definitivo de los ojos del bebé y las discusiones sobre su tonalidad son un mero entretenimiento.
La cantidad final de este pigmento está determinada por un buen puñado de genes. Si los melanocitos segregan escasa cantidad de melanina, el bebé tendrá los ojos azu les. Si la cantidad es un poco mayor, los ojos serán verdes, color miel o avellana. Y si la secreción de melanina es mayor, los ojos serán color café, marrón oscuro o negro.
Así que ya lo sabes. Si esperas un hijo, o si conoces a alguien que lo espere, puedes estar seguro de que sus ojos serán azules. ¿O serán grises? ¿O violetas?
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